¿Porque es imprescindible un buen mantenimiento del ascensor?

El ascensor es un imprescindible en la España contemporánea desde que en 1877 se instalara el primer elevador residencial del país en el 57 de la madrileña calle Alcalá. Gracias a su existencia, en ciudades y pueblos se ha podido construir en altura y la configuración urbana es la que es hoy. Por todo ello, y tanto aquí como en el resto de sociedades desarrolladas; es obligado reconocer el carácter fundamental de una humilde máquina que, además, pasa por ser el medio de transporte más utilizado del mundo. Pero, ahora bien: ¿Qué sucede cuando un ascensor sufre una avería? Pues la respuesta es bien sencilla: un quebranto considerable que hace perder tiempo y dinero a quienes tienen la desgracia de verse implicados en una situación de estas características.

Para evitar estas penosas situaciones –o en su defecto, reducir su número al mínimo- no hay más solución que convertir el mantenimiento de los ascensores en algo prioritario.

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¿Qué es el mantenimiento?

Los profesionales de la Ingeniería Industrial son responsables del diseño, reparación y fabricación de las diferentes máquinas de uso cotidiano. Entre ellas, por supuesto, se encuentran los ascensores y montacargas. Para ellos, para los profesionales de la ingeniería industrial, el mantenimiento es el conjunto de actividades que se desarrollan para garantizar que cualquier activo del que dispone continúa desempeñando con solvencia y eficiencia plenas aquellas actividades y funciones para las que fue diseñado, fabricado y adquirido.

Ascensores y montacargas son máquinas diseñadas y fabricadas por ingenieros y adquiridas por particulares u organizaciones para desempeñar una función concreta: trasladar entre los diferentes niveles de una construcción en superficie o subterránea personas y mercancías. Por tanto, el mantenimiento se define cuando de ascensores se trata como aquella actividad que tiene como objetivo asegurar la disponibilidad de este servicio concreto de manera confiable. La confiabilidad no es otra cosa que la posibilidad que un equipo determinado tiene de funcionar sin fallos durante un periodo definido.

El mantenimiento como concepto

En origen, el mantenimiento se entendía como un equivalente del término reparación. Era, por tanto, algo así como un mal necesario que no agregaba valor a los procesos que desarrollaba una empresa u organización. Esta manera de entender el mantenimiento es, sin embargo, propia de los primeros compases de la sociedad industrial y hoy ya no es algo comúnmente aceptado. Y no lo es porque, en la actualidad, bajo el epígrafe mantenimiento se agrupa una serie de tareas asociadas a conceptos como la prevención y la predicción. La inclusión de estas tareas en el abanico de labores susceptibles de ser definidas como mantenimiento obliga a redefinir el concepto. Ya no se puede afirmar que el mantenimiento no añade valor a los productos y es solo un mal menor que toda organización que opere con dispositivos mecánicos o electrónicos debe asumir.

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Hoy, asegurar la confiabilidad de maquinarias y equipos es clave para mantener costes y conseguir que una empresa u organización sean competitivas. Por eso, y ya desde que a principios del siglo XX se generalizó la producción en cadena de bienes de consumo, las empresas y organizaciones disponen de grupos de trabajadores dedicados únicamente al mantenimiento o requieren de los servicios de terceros para garantizar la confiabilidad de sus equipos. Antes, los encargados de reparar eran los propios operarios, pero en el caso de los ascensores, lo habitual ha sido siempre que del mantenimiento de los diferentes equipos instalados en empresas, comunidades de vecinos o dependencias de pública concurrencia se encarguen empresas de servicios como Ascensores BCN. No es casual: un ascensor, a pesar de ser una máquina que se utiliza de manera cotidiana e intensa, requiere para su correcto mantenimiento de unos conocimientos específicos de los que solo suele disponer el personal de una empresa que lo conoce a fondo. Un ascensor es un equipo estándar, pero puede adaptarse a las características y necesidades del espacio en el que va a dar servicio y, por ello, su mantenimiento adecuado obliga a disponer de conocimientos singulares.

¿Qué aporta un correcto mantenimiento?

Mantener, cuando hablamos de máquinas de cualquier tipo o condición, es prevenir y es ahorrar. Es prevenir porque la ejecución de una serie de tareas concretas y programadas durante un espacio temporal determinado crea las condiciones que garantizan el estado óptimo de los diferentes componentes durante el periodo máximo de funcionamiento para el que fueron fabricados. Un ejemplo es el engrase de partes móviles y otras tareas similares. Las tareas de mantenimiento permiten, además, realizar inspecciones periódicas de la máquina y sus componentes –en este caso, el ascensor-. Dichas inspecciones permiten localizar cualquier tipo de desperfecto o daño sobrevenido y actuar para subsanarlo. Se evita así que un desperfecto puntual en alguno de los componentes del ascensor cause una avería más importante que pueda llegar a condicionar el normal funcionamiento de la máquina.

Así, y en definitiva, mantener es ahorrar. Y lo es porque previene averías serias muy costosas y difíciles de reparar y garantiza que el ascensor no quedará fuera de servicio de manera repentina. Eso resulta fundamental en un dispositivo que se utiliza de manera cotidiana en una empresa, organización, comunidad de vecinos o vivienda particular. Nada hay más angustioso que quedar atrapado en el camarín de un ascensor cuando fuera te aguardan responsabilidades y tareas de todo tipo. Y nada hay también más letal para una empresa u organización que ver cómo los quehaceres cotidianos se retrasan o llegan incluso a quedar totalmente obstaculizados por un ascensor que queda fuera de servicio.

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Un correcto mantenimiento de un ascensor, eso conviene no olvidarlo jamás, va mucho más allá del simple respeto a la normativa vigente. De lo que se trata, en definitiva, es de crear las condiciones necesarias para que todos los usuarios puedan utilizarlo con absoluta, total y plena confianza. Para darse cuenta de lo certero de esta afirmación basta con imaginar las consecuencias que, para una empresa en crecimiento que tiene sus dependencias de atención al público en las últimas plantas de un moderno edificio de oficinas, puede tener la percepción negativa que un gran número de averías en un muy corto espacio de tiempo en sus ascensores creará en sus clientes. Es muy posible que reuniones, encuentros y posibilidades de negocio puedan llegar a frustrarse por un inadecuado o negligente mantenimiento de un ascensor. Un ascensor que se avería genera problemas puntuales, pero un ascensor que se avería de forma recurrente porque no se realiza un adecuado mantenimiento genera problemas y deteriora la imagen de su propietario. Y si bien una avería se repara con simplemente un desembolso mayor o menor de dinero, reconstruir una reputación dañada es algo mucho más costoso.

¿Quién debe encargarse del mantenimiento de un ascensor?

Un ascensor es una máquina que permite trasladar personas y mercancías a lo largo de un eje vertical. De ascensores, existen diferentes tipos y modelos; pero, aunque comparten componentes, sistemas y diseño; a menudo son máquinas que deben ser adaptadas a las características del espacio en el que se instalan para, así, garantizar que el servicio que prestan es aquel que sus usuarios necesitan. Un ascensor, por tanto, es un producto industrial pero, también, puede llegar a ser una herramienta única. De su mantenimiento, en consecuencia, no puede encargarse cualquiera y lo correcto es, por tanto, requerir los servicios de personal cualificado que conozca las características generales y específicas del ascensor en cuestión.

Antaño, cuando empresas, entidades y organizaciones de todo tipo contaban con ascensoristas y en las comunidades de vecinos abundaba la figura del portero, los encargados del mantenimiento cotidiano de ascensores y montacargas eran estos profesionales. Hoy, desaparecidas ya en la práctica estas profesiones y convertidos los ascensores en máquinas mucho más sofisticadas y funcionales que aquel primer ascensor residencial que se instaló en Madrid en 1877, lo habitual y aconsejable es encargar el mantenimiento de cualquier tipo de ascensor a la empresa que se encargó de instalarlo. En su defecto, a una firma que mantenga algún acuerdo de colaboración con esta y conozca bien el ascensor en cuestión y sus componentes.

Actuar de este modo es importante porque los ascensores actuales son máquinas complejas cuyo funcionamiento solo puede comprender un profesional debidamente formado para ello. Cada fabricante, además, incorpora a sus ascensores dispositivos y mejoras habitualmente exclusivos y, por ello, conviene ser cuidadoso a la hora de contratar el mantenimiento. Y este mantenimiento, es importante tenerlo en cuenta, debe contratarse también en el caso de ascensores que presten servicio a viviendas particulares. La legislación, en este sentido, es categórica y, de no cumplirla, se pueden derivar importantes sanciones.

Con todo, lo peor de no llevar a cabo un correcto mantenimiento del ascensor no son las eventuales multas: lo peor es la inseguridad que se deriva, las averías graves que pueden llegar y la posibilidad de que, incluso, las vidas de las personas puedan ser puestas en peligro. Mantener es prevenir y prevenir, si hablamos de ascensores, es curar como suele decirse pero también es ahorrar. Ahorrar dinero y preocupaciones. Y para hacerlo, Ascensores BCN es la mejor opción porque conocemos a fondo todos los modelos de ascensores hoy presentes en el mercado.

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